viernes, 7 de marzo de 2014

Lesiones físicas pero no mentales

El segundo WOD (Workout Of the Day) del Open tenía un gran reto para mí. Tenía que hacer sentadillas con una barra de 65 libras sobre la cabeza. Como soy la chica de madera, la falta de flexibilidad me jugaba en contra. Practiqué pero lo máximo que podía hacer era sostener la barra sola, tenía que sentarme hasta pasar el ángulo de 90 grados de las rodillas para que sea válido, pero no podía. El lunes, el último día para registrar mis resultados en la web, levanté esa barra. Me pesaba mucho, me pesó tanto que sentí el preciso momento en el que se estiraron los músculos del hombro. Hice 10 sin soltar la barra porque no había forma de que la levante de nuevo. No dejé que la barra se me vaya hacia adelante, no perdí el equilibrio y logré sumar puntos en esos 3 minutos. El precio fue: dolor, dolor y más dolor, y no ese tipo de dolor que a muchos deportistas nos gusta, este dolor era el tipo de dolor que te hace llorar. No podía con ningún entrenamiento los días siguientes. Sabía la diferencia entre el dolor por trabajo y un dolor por lesión, y lo sentía en las pantorrillas, en los lumbares y los hombros.

En la tercera semana de las interminables cinco, lanzaron un WOD hecho para mí, un WOD para la gente fuerte, pero no para cualquier deportista que cargue peso, estaba diseñado para Crossfiters fuertes. Tenía que levantar la barra del piso hasta quedar erguida, el truco estaba en que el ejercicio iba en ascenso, el peso empezaba con 95 libras (43 kilos) hasta las 225 libras (102 kilos) y las repeticiones aumentaban de 5 en 5; después de cada ejercicio de peso muerto debía hacer 15 saltos a un cajón.  Eso para mí es lo difícil del Crossfit, trabajas varias repeticiones con el 80% de tu máximo; pero era mi oportunidad de subir el ánimo, de olvidarme del dolor y las lesiones, de dejarlo todo.
Llegué el lunes decidida, mentalizada, ya había repasado todo en mi mente la noche anterior; tenía 8 minutos para luchar contra todo. Comencé tranquila, hice las 10 repeticiones sin parar, sin problema; luego cargo la barra con 135 libras, paré cada 5 hasta completar las 15; después cargo la barra con 155 libras (70 kilos), me posiciono, tomo aire y… no sube, ¡la barra no sube!, tenía que hacer 20 repeticiones con ese peso así que esa maldita barra tenía que subir. Me aferré a la barra y la subí, y así de una en una. Cada vez que la subía me explotaba la cara, ya ni sentía mi espalda, miraba la barra con odio y volvía a ella como si tuviera que vengarme. Completé 15 repeticiones con ese peso. Me olvidé de todo el dolor de la semana y usé toda la motivación que pude encontrar en mí para seguir en esto, y sigo en carrera, nada me para.

Este corto video muestra una idea de la fuerza mental de la que les hablo. Yo estoy terminando esto con la ayuda de amigos que me apoyan, estoy muy agradecida.