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jueves, 22 de enero de 2015

La valentía que surgió del miedo

El año pasado me inscribí en un campeonato de Crossfit y debo admitir que me sentí un poco presionada porque no estaba preparada. Además, no sabía a qué categoría entrar, tenía un poco de miedo porque no cumplía con algunos requisitos de la categoría de intermedio y no podía ser cara dura y competir en principiante, porque era con pesos que superaba hace tiempo. Muchas personas me comentaban que debía cambiar de categoría, que otras personas avanzadas estaban bajando de categoría. Otras decían que yo iba a ser la única representante de mi box y que tenía que hacerlo. Incluso me informaron un día antes de la competencia que se había abierto un cupo en principiantes. Tenía tres opciones: 1. Pasarme a principiantes. 2. No participar 3. Ir y fingir que estaba preparada. Y pensé: “Ya se publicó la lista y estoy en intermedio., Me quedo aquí; tal vez haga el ridículo, pero lucharé y no me daré por vencida antes de tiempo”. 

La noche anterior no pude dormir. Llegó el día y estaba tan ansiosa que temblaba. Tuve un ataque de ansiedad y no podía ni respirar bien. En el primer WOD, o competencia, no me fue tan mal. Estaba muy nerviosa, pero eso se me pasó en el segundo WOD, aunque me falló un poco la técnica. Llegó el tercer WOD, teníamos un tiempo límite de 7 minutos para hacer todas las repeticiones posibles cargando una barra con 85 libras… SÍ, con el peso que nunca pude cargar, y por el cual dudé casi un mes sobre en cuál categoría debía meterme. Recuerdo conversar con personas horas antes y decirles: "¡¿Qué voy a hacer esos 7 minutos, mirar la barra?!"; "¡Mi máximo son 10 libras menos!". Tenía miedo al ridículo. Me preparé delante de la barra y ya mi lenguaje corporal demostraba que estaba derrotada. Luego gritan “3, 2, 1, GO”, respiro profundo y decidí fingir que iba a intentarlo. Escuchaba gritos de aliento, intenté levantar la barra del suelo, y nada. La gente alrededor decía "¡Vamos, tú puedes!". Me tomé mi tiempo y pensé "mejor utilizo este miedo para acelerar mi ritmo, algo podré hacer, mi cuerpo debería obedecer". Tercer intento: nada. "¿Por qué no subes?". Estaba muy frustrada, llena de impotencia y furia. Estaba tan molesta que tomé aire y le grité con odio a la barra. Fue un grito de guerrera, ¡Ahhhhggrrr! Esta vez tenía que subir… ¡Y subió! Tenía que subirla otra vez más a mis hombros y, después de tres intentos, completé los 2 Clean. Luego tenía que hacer 3 sentadillas con esa barra. ¡Genial!, lo pude hacer porque la barra ya estaba en mis hombros, así que no había problema. Después, tocaba subirla 4 veces desde mis hombros hasta por encima de mi cabeza., Hice tres repeticiones con mucho esfuerzo y temblando, pero a la cuarta sentía que la barra pesaba el doble y cuando estaba a punto de terminar se me cayó la barra. Escuché que el público gritó "¡Noo!"; "¡Tan cerca!". Miré a todos y me di cuenta de que no solo eran amigos los que me apoyaban, también era gente de otros gimnasios, amigos de los otros competidores., Creo que eso me dio fuerzas para intentarlo de nuevo, y así cumplí 1 ronda. Quedé en el suelo, tenía lágrimas en los ojos, pero no por pena o alegría. Creo que esa barra la levanté con toda la energía del corazón y con todo el empuje de la gente que alentaba. Gracias, Crossfitters. Ojalá la gente no se lleve una imagen de frustración, ni recuerde mi cuarto lugar, sino que quede la lucha, porque en Crossfit pareciera que competimos contra otras personas, pero la verdad es que competimos contra nosotros mismos, contra nuestros miedos. La comunidad siempre se hace presente y todos sabemos cómo sufrimos cada ejercicio. En adelante recordaré que si siento algo de miedo es solo mi corazón avisándome que puedo lograr cosas maravillosas, que depende de mí hacerlo con grandeza y al menos tener la satisfacción de lograrlo aunque no me lleve la gloria del podio.




 

miércoles, 3 de septiembre de 2014

¡La más envidiada!

La mujer más fitness del mundo nos visitó en agosto para dar un seminario y ser juez en un campeonato internacional de Crossfit. Todos los chicos quieren estar con ella y las chicas quieren ser ella, y yo fui su intérprete; estuve con ella desde el primer día, para la conferencia de prensa, para el seminario y para los dos días de competencia, todos querían estar en mi lugar.

Cada día descubría que tenemos muchas cosas en común, tenemos una historia parecida en el deporte, las dos somos muy obstinadas, nos gustan las cosas bien hechas, la disciplina, y tenemos mucha garra en el deporte competitivo. Esta deportista de élite me enseñó algunas cosas que me gustaría compartir:

No hay excusa. Aprendí que para superar tus límites ninguna excusa es válida. Ella no es muy alta, eso hace que tenga que esforzarse más en algunos ejercicios, pero eso no la detiene; por el contrario, los practica más y se hace más fuerte en eso. Tampoco pesa mucho, las personas podrían pensar que no es tan fuerte, pero quedó en segundo lugar en la competencia de fuerza en los Games y ahora se está preparando para participar en las olimpiadas de Río como parte de la selección de levantamiento olímpico. Muchos de nosotros tenemos excusas de distinto tipo (no soy alta, no soy tan delgada o no soy tan fuerte, etc.), hay algunas cosas que no podemos cambiar, pero podemos esforzarnos para que eso no nos limite. 

Sacrificio. Si quieres alcanzar tus metas necesitas tener tus prioridades claras. Sacrificar cosas que te gustan, sacrificar tiempo con amigos y familiares, y dejar de lado otras cosas que no contribuyen a lograr tus objetivos. No se permiten distracciones, si quieres ser mejor necesitas disciplina. No es fácil, sino cualquiera lo haría. 

Cree en ti. Aprendí que es bueno trazarse metas cortas y estar preparados a sobrepasar los límites todos los días. Recuerda que la mente domina el cuerpo, y es capaz de sorprenderte en cada entrenamiento. A veces, tienes que callar a esa voz que te interrumpe diciéndote que ya no puedes más o que necesitas descansar, recuerda que siempre puedes dar un poquito más, y eso puede hacer la diferencia, una gran diferencia. 

También es bueno tener esa actitud vehemente y esa confianza necia, porque te llevan a obtener pequeños logros que te hacen independiente. Ella es un gran ejemplo de chica Crossfit; somos muy fuertes, física y mentalmente. Ser fuerte para mí, es ser hermosa.
Todas sus enseñanzas quedarán conmigo siempre. Gracias, Camille Leblanc-Bazinet.
P.D.: Si les gusta el polo de Perú, pueden encontrarlos aquí: https://www.facebook.com/pages/HEAT-Peru/327782400714826

viernes, 7 de marzo de 2014

Lesiones físicas pero no mentales

El segundo WOD (Workout Of the Day) del Open tenía un gran reto para mí. Tenía que hacer sentadillas con una barra de 65 libras sobre la cabeza. Como soy la chica de madera, la falta de flexibilidad me jugaba en contra. Practiqué pero lo máximo que podía hacer era sostener la barra sola, tenía que sentarme hasta pasar el ángulo de 90 grados de las rodillas para que sea válido, pero no podía. El lunes, el último día para registrar mis resultados en la web, levanté esa barra. Me pesaba mucho, me pesó tanto que sentí el preciso momento en el que se estiraron los músculos del hombro. Hice 10 sin soltar la barra porque no había forma de que la levante de nuevo. No dejé que la barra se me vaya hacia adelante, no perdí el equilibrio y logré sumar puntos en esos 3 minutos. El precio fue: dolor, dolor y más dolor, y no ese tipo de dolor que a muchos deportistas nos gusta, este dolor era el tipo de dolor que te hace llorar. No podía con ningún entrenamiento los días siguientes. Sabía la diferencia entre el dolor por trabajo y un dolor por lesión, y lo sentía en las pantorrillas, en los lumbares y los hombros.

En la tercera semana de las interminables cinco, lanzaron un WOD hecho para mí, un WOD para la gente fuerte, pero no para cualquier deportista que cargue peso, estaba diseñado para Crossfiters fuertes. Tenía que levantar la barra del piso hasta quedar erguida, el truco estaba en que el ejercicio iba en ascenso, el peso empezaba con 95 libras (43 kilos) hasta las 225 libras (102 kilos) y las repeticiones aumentaban de 5 en 5; después de cada ejercicio de peso muerto debía hacer 15 saltos a un cajón.  Eso para mí es lo difícil del Crossfit, trabajas varias repeticiones con el 80% de tu máximo; pero era mi oportunidad de subir el ánimo, de olvidarme del dolor y las lesiones, de dejarlo todo.
Llegué el lunes decidida, mentalizada, ya había repasado todo en mi mente la noche anterior; tenía 8 minutos para luchar contra todo. Comencé tranquila, hice las 10 repeticiones sin parar, sin problema; luego cargo la barra con 135 libras, paré cada 5 hasta completar las 15; después cargo la barra con 155 libras (70 kilos), me posiciono, tomo aire y… no sube, ¡la barra no sube!, tenía que hacer 20 repeticiones con ese peso así que esa maldita barra tenía que subir. Me aferré a la barra y la subí, y así de una en una. Cada vez que la subía me explotaba la cara, ya ni sentía mi espalda, miraba la barra con odio y volvía a ella como si tuviera que vengarme. Completé 15 repeticiones con ese peso. Me olvidé de todo el dolor de la semana y usé toda la motivación que pude encontrar en mí para seguir en esto, y sigo en carrera, nada me para.

Este corto video muestra una idea de la fuerza mental de la que les hablo. Yo estoy terminando esto con la ayuda de amigos que me apoyan, estoy muy agradecida.

jueves, 20 de febrero de 2014

Señorita exigencia

Desde julio de 2013 practico Crossfit, me gustó desde un comienzo porque combina muchos ejercicios de alta intensidad y el entrenamiento es grupal. Así que el jueves 27 de febrero de 2014 me inscribí en la competencia Open Crossfit, como su nombre lo dice es una competencia abierta, dura 5 semanas, no existe categoría de peso o edad y es a nivel mundial; todos pueden participar. Tenía dudas de ingresar, no solo porque tengo una fuerte lesión en la espalda, sino también porque no me gusta competir sin estar preparada para ganar, pero mi entrenador me convenció solo con esta frase “Para todos los deportistas hay un antes y un después del Open”.

Todos los jueves durante cinco semanas se publicara en Internet un WOD (Workout Of the Day) y esta primera serie de ejercicios incluyó 30 saltos dobles con soga y 15 arranques con 55 libras para mujeres (la barra toca el piso y debe estar por encima de la cabeza). El viernes fue mi primer intento, estaba muy nerviosa, no sé hacer saltos dobles con soga y tampoco hago tantas repeticiones con ese peso. Cada intento de salto era frustrante, mi corazón se agitaba porque tenía que hacer el máximo de repeticiones en 10 min. y escuchaba un "no rep" cada vez que la soga se enredaba entre mis zapatillas justo antes de pasar por segunda vez. Cuando al fin logré terminar esos interminables saltos estaba hiperventilada y miraba la barra con terror, tuve varios intentos fallidos que dio como resultado una suma de tan solo 41 repeticiones en total, ni siquiera una ronda.

Estaba agotada, no podía con la vergüenza, apenas terminó la taquicardia quería salir del gimnasio y retirarme de la competencia, no podía creer lo tonta que fui al registrarme. Luego alguien joven y sabio me recordó algo que había aprendido desde muy chica, tenía que decidir si ese momento me definía como deportista o usaba mi determinación para superar ese límite. Necesitaba otra perspectiva, no he sido criada para hacer las cosas a medias, debía elegir ver las cosas de forma positiva: Tenía un fin de semana para ser una maestra en los saltos dobles y acepté el reto.

El fin de semana entendí que mis objetivos tenían que ser razonables. Recordé que no tenía que ganarle a nadie en el Open, esta era una oportunidad más para formar carácter, necesitaba sentir este golpe en mi orgullo para darme cuenta de que no siempre voy a ganar, pero siempre puedo mejorar. El lunes volví a intentarlo, esta vez con más práctica, con otra actitud y con un grupo de la comunidad de Crossfitters alentando. La meta era sumar 45 repeticiones y con terquedad completé 78, ¡eso es un gran avance! Fue algo increíble, antes no podía hacer que la soga pase dos veces por mis pies sin dejar marcas de látigos en mis pantorrillas y pude hacer 78 repeticiones en 10 minutos. Trascendí mis límites y estoy muy feliz.
¿Les gustaría que les cuente cómo me retará el segundo WOD?